Vuestras lágrimas llenan los pantanos

Cuando su equipo de fútbol baja de categoría o pierde la final de una competición hay aficionados que rompen a llorar desconsolados. Son lo que yo llamo “lágrimas sociales”, para diferenciarlas de las personales, de esas que son provocadas, por ejemplo, cuando llega la ruptura en la relación sentimental de una pareja.

Lágrimas sociales, lágrimas colectivas, son las que veo estos días en muchos templos y casas de hermandad cuando las imágenes religiosas no pueden salir en procesión debido a la lluvia. Los rostros sombríos, de pena y desolación, los ojos llorosos de muchos cofrades son el resultado de la frustración devenida por algo que se lleva esperando un año. Mi respeto por esos llantos. Mi respeto relativo.

Miro Embalses.Net la página web que informa de la capacidad en la que se encuentran los embalses. Busco el Martín Gonzalo, el pantano que surte al lugar en el que vivo: 8 hm3 – 40%. Miro el de La Viñuela, embalse que surte de agua el lugar en el que veraneo: Agua embalsada 16 hm3 – 9,70%. Queda capacidad para que uno y otro sigan llenándose.

Pienso en las restricciones de agua que se anuncian para el verano en ciertas zonas y en las miles de hectáreas de tierra de secano sembradas de trigo y girasol, y pienso en el pesar de los cofrades que no pueden salir en procesión por la lluvia. Y repito lo dicho: Mi respeto por su infortunio, pero mi respeto relativo porque esa lluvia está llegando a los embalses y regando los trigales. Es más, por decirlo en forma más literaria y acorde con la pasión de la semana que vivimos: Hermanos cofrades, vuestras lágrimas llenan los pantanos.

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