El nuevo País Vasco

En las elecciones vascas del pasado domingo empataron en escaños los nacionalistas de derecha (PNV) y los de izquierda (Bildu), hubo empate entre los que movían el nogal y los que recogían las nueces, expresión esta que sólo los mayores recordarán. Porque hoy día, aquella expresión se dijo cuando unos pegaban tiros y otros recogían las ganancias en concesiones por parte del Estado, todo aquello, la violencia y el terror, parece haberse olvidado por la mayoría, la inmensa mayoría del pueblo vasco. Se decía entonces, en los años de plomo, que aquella era una sociedad enferma porque había unos doscientos mil ciudadanos (por llamarlos de alguna manera), los votantes de la antigua Batasuna, que aplaudían el secuestro y el tiro en la nuca, y que había muchos más que callaban ante esa inmoral situación e incluso la amparaban con su silencio.

En la actualidad de la pasada noche electoral veía por televisión la sede de Bildu. Junto a caras nuevas, sobre todo mujeres vestidas con modernos trajes de chaqueta persistían las viejas caras del batasuno típico con su particular corte de cabello y su arete en la oreja. Junto a las nuevas propuestas de medias sociales progresistas sobreviven los homenajes a los etarras que vuelven a los pueblos tras cumplir condenas por secuestros o asesinatos. Junto a la llamada de un nuevo país persiste el seguir llamando a ETA grupo armado porque no les sale de las entrañas ni del corazón llamarlo grupo terrorista…

Como decía al principio, la mayoría de la sociedad vasca parece haber superado aquella época, superación que lleva consigo haber dejado de lado el dolor de las víctimas. Me alegro por lo primero, siento pena por lo segundo. Lo curioso es que otros que también se alegran de que en el País Vasco se hayan superado los cincuenta años de terror de ETA sigan dando la matraca con los cuarenta años de la dictadura franquista.

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