Mis puentes (1/5)

Bridge Over Troubled Water  – Simon & Garfunkel

clip_image002No son los de Madison, porque Meryl Streep nunca fue el tipo de mujer que me hizo perder la razón; ni uno puede tener el temple de Clint, sea en versión cowboy almeriense o fotógrafo maduro. Ninguno de ellos se levanta sobre el río Kwai, aunque hubo un tiempo que silbé la Marcha del Coronel Bogey. Y, como uno no está muy viajado, tampoco son el Golden Gate, ni el de la bahía de Sidney, ni el de Brooklyn, ni el puente de la Torre de Londres, ni ninguno de los que se levantan sobre el Sena parisino; aunque bien podrían ser el Ponte Vecchio florentino, el de los Suspiros veneciano o los que te llevan al Trastévere romano, esos que un día crucé. Romano, con ese adjetivo abundan los puentes en esta España que fue Hispania, aunque de la obra original solo quede una pilastra, una losa de piedra o el fantasma de un legionario bajo sus arcadas. Varios de ellos los anduve: el de Salamanca, que te convierte en lazarillo sobre el Tormes, el de la antigua Emerita Augusta sobre el Guadiana, el tan cercano para mí de la Córdoba cristiana y mora…Y otros que no presumen de ser romanos pero sí medievales como el Puente de Piedra de Zamora, que tan majestuoso lucía aquella fría mañana sobre el Duero, o el de San Martín, que muestra la maravilla en piedra que es Toledo al otro lado del Tajo.

Podrían ser puentes sobre aguas turbulentas, como aquella canción de Simon & Garfunkel, o puentes turbulentos como el Carranza de Cádiz (que también cruce varias veces) cuando se usan como escenarios de batallas casi medievales a base de lanzarse pedradas y petardos. Y podrían ser los que dan títulos a novelas como “El Puente de Alcántara” o “Un Puente sobre el Drina”. Pero no. Son los puentes de mis recuerdos: el del La Venta, el Viejo, el Nuevo y el de San Rafael. Son los puentes de mi memoria. Os los iré presentando en los próximos días.

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