Todo el poder (Palabra del día: omnímodo)

Para ilustrar el significado de esta palabra del día nos trae la RAE dos ejemplos literarios: «Yo escribía cada día un nuevo episodio, inmersa por completo en el mundo que creaba con el poder omnímodo de las palabras» (I. Allende); «Los que tienen esa fe creen también en el alcance omnímodo de la razón» (J. Benet).

Aquello que todo lo abraza, aquello que todo comprende, puede ser el poder (es lo más usual) o la razón. Por el contrario, también pueden tener un alcance omnímodo el silencio y la fe. Cierto que este adjetivo casi siempre aparece unido al sustantivo poder. Por ejemplo, hablamos del poder omnímodo que tenía la Iglesia en el siglo XV o del poder omnímodo de los reyes absolutistas franceses. Pero, también tiene esa cualidad el Dios omnipotente de cualquier creencia.

Todo ello está muy bien cuando se habla de filosofía o de religión. El problema es cuando esa cualidad pasa de teorías filosóficas a prácticas políticas y vemos a gobernantes tomar cetros y coronas, bandas presidenciales o nombramientos oficiales cual si fuesen licencias que les otorgasen poderes omnímodos para hacer y deshacer a su antojo. Para ilustrar lo que digo aporto este párrafo sacado del libro “Juan José de Austria. Un bastardo regio”, de José Calvo Poyato: La corte que rodeaba al monarca se convirtió en el marco adecuado para poner de manifiesto ese poder omnímodo de que gozaba. Tal vez, el máximo representante de este modo de gobernar fue el monarca francés Luis XIV a quien se atribuye la frase: El Estado soy yo…