El hipo y el despiste

clip_image0011. Primera hora de la mañana del lunes. Aún no se han despertado de la modorra del fin de semana. Trabajan tranquilos y en silencio. Un silencio tan solo roto por el sonido repetitivo de un ataque de hipo que sufre un alumno. Sin previo aviso, con cara de enfadado, casi gritando, se oye la voz del maestro:

Fulanito (nombre del hiposo), tráeme ahora mismo tu agenda que te voy a poner una nota para tus padres.

La clase, sorprendida y sobresaltada, mira al maestro mientras el alumno aludido, con voz queda y cara de susto, tan solo puede farfullar:

– Pero, maestro, si yo… Yo no he hecho nada… Es el hipo que no me deja en paz.

Un compañero, abogado defensor, comenta:

– Es verdad, maestro. Es el hipo el que forma ruido.

Aguanto en silencio y con cara seria hasta que, pasados unos segundos, cambio la expresión facial y digo:

– Queda demostrado que un buen susto quita el hipo.

Los primeros en percatarse de la broma no pueden evitar la risa. El protagonista de la historia comenta en voz alta:

– ¡Es verdad, maestro! Ya no tengo hipo.

2. El fondo de escritorio de mi ordenador es un calendario mensual en el que anoto citas de tutorías, fechas de actos, imágenes de los temas que estamos estudiando, días de exámenes, etc. Ese mismo calendario es el fondo de la pantalla digital, mientras no la uso para la actividad pedagógica, que permanece encendida todas las horas lectivas. El miércoles tenía apuntada en ese calendario virtual una cita en el salón de usos múltiples que iban a realizar con los voluntarios europeos que visitan la localidad. La hora fijada eran las once. A las once y cuarto el conserje llega a la clase para avisarme que nos están esperando en el SUM. Ni ellos, trabajando en plena concentración, ni yo, nos habíamos percatado del retraso. La actividad con los voluntarios europeos para conmemorar el Día de Europa… bien. Amena.

3. El viernes se marchan, con el puente de san Isidro por delante, con las notas de los últimos exámenes. Como las calificaciones, de algunos que habían bajado su rendimiento, han vuelto a mejorar de manera general nos vamos con la satisfacción de otear el horizonte y avistar un buen final de curso. Mejor así.

4. Otro buen artículo de Fernando Savater: Escuela.

5. Era también que Eduardo Muriel se me había convertido, desde el principio, en una de esas personas a las que uno admira sin apenas reservas, con cuya compañía disfruta y aprende y a las que desea complacer. O aún es más, de las que ansía su estima y su aprobación. Como la de un buen profesor cuando se está en el colegio

Así empieza lo malo – Javier Marías

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